domingo, mayo 11, 2008

ZAPATERIA ORELLANA




ANDRÉS SÁNCHEZ PIÑÉ (EL LARGUITO). JIMENA DE LA FRONTERA.

Hace unos días estaba yo dentro de mi coche esperando en el “ paso a nivel con barrera” de la Estación de Jimena y vi a una mujer bastante mayor acompañada por su hija y al principio, no la reconocí pero, al fijarme en la joven, comprendí sin lugar a dudas que se trataba de Ana Gómez y su hija.

El mecanismo de pensar no paró ni un instante y poco a poco se fueron instalando en mi memoria todas esas imágenes de tiempos pasados que con tanta fuerza llegué a vivir en nuestra zapatería de la calle Sevilla.

Realmente era yo un crío cuando me dijo mi padre…Currito…. Mañana viene un zapatero nuevo a trabajar, se llama Andrés Sánchez Piñé, pero a su familia le dicen “Los Larguitos” y ha sido guardia civil, por lo que espero que te portes bien con él, ya que de una buena persona se trata.

Desde el primer día comprendí que a mi casa no había venido un simple zapatero, habia venido a trabajar un señor de los pies a la cabeza, con una cultura y unos conocimientos que impresionaban a cualquiera que se pusiese a dialogar con él.

Yo le conocí desde la perspectiva de niño pequeño y le admiraba en todos los aspectos, pero también llegué a conocerlo desde la otra perspectiva de un chaval bastante formado y por eso puedo recordar y valorar lo que intento explicar correctamente, si es que lo consigo.

En aquel taller de zapatería, se vivia un ambiente constante de alegria y felicidad, que era compartida entre los oficiales y los aprendices y, yo diria que existia una cultura especial, emanada del diálogo y bromas constantes entre todos, e inyectada un poco por aquel aparato de radio que de forma permanente permanecía siempre encendido encima de aquella estantería vieja de madera y papel cartón.

El eje central de aquel taller,aparte de mi padre como maestro cortador, era nuestro amigo Andrés, al que veíamos todos como un jefe espiritual que trabajaba más que ninguno y para el que los trabajos de zapatería no tenían secretos de ninguna clase, pues lo mismo te hacia unas botas altas, unos zapatos finos, unos botillos ó trabajaba a la perfección los borceguíes bastos de tachuelas o goma que no todo el mundo era capaz de hacer con tanta maestría.

Andrés, era una persona muy reservada en guardar sus pensamientos, pero a la vez te hacía compartir su sabiduría y conocimientos de una forma tan sencilla, que estabas siempre pendiente de que dijese algo, porque sabias que todo era sincero e inteligente.

Aparte de trabajar con mucho tesón, sentía un interés profundo por la lectura y por el cine, así como por las canciones de las principales artistas de la copla, siendo su preferida Marifé de Triana a la que llamaba “La Mangana” por su parecido con Maribel la de Peláez.

Ya lo apuntaba Antonio Sarrias en uno de sus comentarios que me hizo, y es que El Larguito poseia el don de saber relatar adecuadamente todo cuanto leia y nos mantenía en el filo del taburete cada vez que nos contaba los capítulos que habia podido leer la noche anterior en su casa y cuando decía….. ¡aquí me entró sueño y me fui a dormir..! nos quedábamos apesadumbrados y con la intriga de si aquella noche iba a poder leer otro poco de aquellas novelas tan apasionantes que muchas veces eran las De Marcial Lafuente Estefanía o cualquier otra que habia caido en sus manos o que nosotros se la habiamos conseguido cambiándola en el carrillo.

La vida fue muy dura con él y nos contaba como fueron aquellos tiempos en la serrania de Ronda donde prestó servicios como guardia civil durante algúnos años y aunque sus cosas personales no las contó nunca, nosotros sabiamos que su verdadera vocación fue la Guardia Civil que tuvo que abandonar por circunstancias familiares como consecuencia de haberle tocado vivir en un régimen dictatorial implacable con los débiles, porque la razón la conozco perfectamente y no habia motivos para apartar a un hombre de su verdadera vocación y entrega de servicio a los demás.

Cuando le veias escribir y contemplabas el resultado, te quedabas abosorto con aquella letra tan limpia y lo claro que expresaba los conceptos sobre todo en aquellos libros de contabilidad que le llevó a mi padre y que yo conservé durante cierto tiempo y de los que aprendí bastante cosas importantes.

Yo veía todos los sábados cuando mi padre pagaba a sus zapateros y permanecia atento a todo cuanto sucedia y no sé como aquellas personas podían vivir con lo que obtenian de su duro trabajo a pesar de que mi padre era uno de los que mejor pagaba las “hechuras” y además les tenia dado de alta en seguridad social, al menos a los oficiales, porque a los chavales se les pagaba poco y además los padres debian estar agradecidos de que se les enseñase un oficio. Todo esto es triste tener que decirlo, pero es cierto porque así eran las cosas en aquellos tiempos, aunque nos parezcan ahora extrañas y despreciables..

Andrés, nunca se quejaba y lo pagaba con el trabajo para conseguir algo más para su casa, aunque poco a poco fuese perdiendo la salud por causa de ello.

Nunca disfrutaba vacaciones y sólo cogía unos dias al año para marchar con su esposa Ana e hijas a Villaluenga del Rosario coincidiendo con la feria del pueblo y después nos contaba todo cuanto habia sucedido y lo bien que habia visto las corridas de toros en aquella plaza que con tanta precisión me describió, que cuando pude verla al cabo de muchos años, comprendí el don tan preciado que poseia Andrés para describir las cosas.
La crisis por la causa del abandono de la agricultura nos afectó a todos y nuestro amigo tuvo que dar un giro de 360 grados a su vida y marcharse a Alemania como otros muchos y en sus vacaciones pude hablar con él una vez y expresó una gran alegria al verme. Poco después enfermó y nos abandonó para siempre.
Son muchos los recuerdos que poseo de él y las anécdotas que serian imposibles de enumerar aquí, pero parece que le estoy viendo sentado en su taburete de enea frente a la “banquilla” con aquella “maletita” abierta a su lado, donde guardaba sus herramientas y en cuya tapa aparecian pegadas todas las fotos de las principales artistas americanas del momento y que los aprendices le facilitábamos para contentarle de alguna forma como agredicimento por quellos relatos inolvidables y los buenos momentos que nos hizo pasar.

La vida sigue aquí….. pero los que estuvimos a tu lado durante tiempo no te hemos olvidado y reconocemos la nobleza de tu corazón y la ejemplaridad de tu vida.

Un abrazo muy fuerte donde quiera que estés. Currini

Esta pequeña parte, de mis recuerdos tan gratos, como fruto de mi amistad con Andrés Sanchez Piñé ( El Larguito), salen a la luz pública a petición de mi cuñada Dominga Fernández de Córdoba Macías por su entrañable amistad con su vecina Ana Gómez y sus dos hijas que tanto quisieron y admiraron a nuestro querido amigo Andrés.

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