miércoles, mayo 07, 2008

LAS COSILLAS DE MI PUEBLO. JIMENA DE LA FRONTERA






























La verdad que no hace tantos años que cuando desayunábamos en mi casa de Jimena, lo primero que se ponía encima de la mesa eran aquellas tazas de cerámica tan bonitas que estaban, sobre todo cuando se les echaba aquel café de cebada calentito y se le migaba encima una buena rebanada de pan casero y algunos trocitos de queso de cabra duro y picantito parecido al que por último nos suministraba “ Bicho Malo”.

Aquellas tazas las había en todas las casas porque era una costumbre muy nuestra y unas tenían dos asas, otras una y otras ninguna. Hasta para cuando venían visitas a casa se tenian guardados aquellos “pocillos” tan bonitos tambien de cerámica que en definitiva era una “tacita” mas pequeña y alargada en los que se ofrecia al visitante un café o té en menos cantidad.

En aquellos muebles bar, hechos por carpinteros de renombre como Anastasio Beffa ó los Felalos no podian faltar en sus rústicas vitrinas bien colocadas las tazas, pocillos, copitas para el anís, coñac o menta y las botellas de anís El Mono, El Coñac Oxigenado, El Ponche Caballero y aquellos Loros de cristal llenos de menta que con unos borrachones y galletas Marias ó Napolitanas hacian las delicias de nuestras visitas.

Recuerdo… aquellos cables de la luz trenzados que terminando en un casquillo de metal y cerámica con su bombilla “Osram” colgaban encima de nuestras mesas y lo más curioso es que todos estaban forrados de papeles de colores para tapar aquella enorme cantidad de “cagadas” de moscas que ennegrecían los cables de las luces.

Las moscas…. esos bichos insoportables que procedentes de nuestros “barrancos” y “estercoleros” nos agobiaban dia y noche porque eran una plaga constante en nuestras casas cayendo sin cesar en nuestra sopa, el café, el vino y hasta en las escupideras repletas de “orines” que habia junto a nuestras camas….. si allí nadaban plácidamente y nuestros ojitos de niños curiosos las mirábamos acostumbrados a esas escenas tan extrañas que os suenan hoy en vuestros oidos y en vuestras mentes. Nuestros hogares, tenían de todo para luchar contra este infierno cotidiano y así encima de cada mesa había unos “mosqueros” de cristal que en realidad era una gran botella hueca por su parte inferior con reborde que subia hacia dentro y se llenaba de agua con jabón, debajo de aquella trampa se ponia un poco de azúcar y cada vez que su base estaba negra de moscas, el primero que pasaba cerca le daba con la mano y las moscas subían hacia el interior y caian al agua jabonosa y alli permanecian hasta que por la noche cuando teniamos unas 200 moscas se tiraba aquello al cubo o al boquete del retrete. Otros artilugios disponibles en las casas eran las tiras pegajosas que colgaban del techo en nuestras habitaciones y un azúcar envenado que las hacia dar vueltas como locas para caer medio atontadas en el primer plato de sopa disponible en la mesa. Una vez quitados los barrancos, aparecieron los vertederos y una de las veces que pasé por Garcibravo puede comprobar que las moscas habian crecido, tenian alas, pico y ahora se llamaban gaviotas que antes jamás habian aparecido por allí.

Otra cosa que en algunas casas han quedado como adornos, son los “quinqueles”, las “palmatorias” y las “capuchinas” pues aunque soliamos tener una luz en casa con su correspondiente “chivato”, era muy frecuente que algún “pajarraco” abriese sus alas entre los dos cables y nos dejara sin luz inmediatamente o que la “burra” del “Tio Minino” se rascase sobre el poste y se lo echase encima o que el viento soplara un poco más fuerte de lo acostumbrado y por eso aquellos instrumentos productores de luz eran muy necesarios,siendo algunos de ellos verdaderas obras de artes.

Otra cosa que echo de menos es el molinillo tradicional del café que se abría por una pequeña compuerta de hierro y aparecian las ruedas engranadas que trituraban el café al compás de nuestros movimientos a la manivela y después se recogia molido en aquel cajoncito de madera escondido dentro del cuadrado de madera que era el moledor mas fantastico aunque después los inventaran eléctricos y ahora estén despareciendo todos porque el café viene molido. De las cafeteras es mejor no hablar porque se han inventado infinidad de modelos pero como aquellas antiguas de aluminio unas y de porcelanas otras no las habrá nunca y aquel café de pucherote tiene un sabor que no se consigue con ninguno de estos modernismos de ahora.

Como siempre digo…. ni mejor…. ni peor… pero todo distinto… con la suerte de ser mas asequible, más cómodo, más limpio y en definitiva mas moderno, pero aquí estamos algunos para recordarlo todo y distraernos haciendo comparaciones con las cosas de antes y las de ahora.

Un abrazo.

2 comentarios:

Martín Cano dijo...

Currini: Te doy la bienvenida después de tus vacaciones porque ya hace varios días que no comento nada a tus reflexiones, pero no por ello he dajado de leerlas y disfrutar con ellas como siempre.
Sobre las tazas es verdad que eran utensilios corrientes en todas las casas, yo recuerdo la mía blanca y sin asas, pero no me olvido de su socorrido antecedente el "jarrillo de lata" que tanto usé y que inseparablemente unido a la cebada con pan migado.
En cuanto al mueble bar, eso es una modernidad. Yo sí recuerdo los plateros de pie o colgados, así como las alacenas, simples huecos en la pared con baldas de madera cuyos bordes se adornaban con unas grecas de papel, imitando encajes o motivos estampados.
En cuanto a las moscas, siempre pensé que todos los remedios eran peor que verlas volar libremente, por lo menos podíamos seguir su vuelo y desarrollar la imaginación que también podía emprender su vuelo particular.
Bueno para no extenderme más , recibe un abrazo.

Anónimo dijo...

Martin: Despues de haberte contestado se me ha ido el comentario completo. Te contaba muchas cosas pero ya es tarde y te las contaré otro dia. echale un vistazo a los cardos borriqueros y a esa primera piedra que detallo.
Bueno estoy algo cansado porque es tarde y hoy no he parado.
Saludos