lunes, mayo 26, 2008

LA "PEJIGUERA" DEL AFEITADO DIARIO. PARA TODA UNA VIDA





Con unos 13 ó 14 años, comenzaron a salirme las primeras “pelusas” en mi delgada carita de chaval medio “atontao” con orejas grandes y nariz también un poco acaballeteada y larga, que me hacian sentirme un poco acomplejado. A partir de aquellos momentos en que por ley natural mi corazón comenzó a despertar y mis ojos se clavaban en aquellas chicas tan bonitas que crecian a mi alrededor, me dí cuenta que tenia que empezar a afeitarme y cogiendo aquellos trastos de uso común para todos en mi casa, comencé a llenarme de jabón toda la cara con aquella brocha de pelos de tejón y aquella “guillete” ó “Filomatic” metida en aquel “aparatito” que se abría al girar la parte trasera del mango.

Mientras me afeitaba, hasta dos veces al dia, observándome en el espejo, me hacía ilusiones de que me miraba embobada la chica de mis sueños, lo que traducido después a la realidad siempre era un rotundo fracaso porque las chicas no se fijaban siquiera si yo estaba afeitado o continuaba con las pelusas en mis patillas y bigote.

Poco a poco este romanticismo asociado al afeitado se va pasando y el acto diario se convierte en una pura rutina que incorporas sin darte cuenta al quehacer diario y llega un momento de tu vida en que si no estás afeitado debidamente, te encuentras molesto y hasta un poco fuera de lugar.

En cuanto tuve consciencia de que había cosas de tipo personal que no se debían de compartir, empecé por buscar una brocha de afeitar vieja que de casualidad estaba tirada en el “Barranco La Tronereta” y después de lavarla muy bien, se la llevé a “Jacintito Mala Leche” quien amablemente me dirigió la forma de rehabilitarla y dejarla como nueva, que consistió en quitar los pelos viejos y dejar hueca la cavidad del mango, calentamos “pez rubia”, colocamos los pelos de tejón amarrados con un alambre finito y cuando la pez rubia estuvo seca yo tenia mi nueva brocha que me duró muchos años. Aquella brocha junto con un paquete de “Filomatic”, una cajita de plastico transparente que contenia el artilugio de afeitar que describí antes y un tarro de “Floi”, fueron mis primeros instrumentos personales que tenia que andar escondiendo constantemente de mis hermanos que se empeñaban en utilizarlo.

Después ya de mas mayorcete, algunas veces me afeitaba en la barberia de Rogelio y la verdad es que un afeitado de aquellos era una delicia, sobre todo porque te enjabonaban la cara con agua muy caliente, te ponian aquel paño blanco alrededor del cuello y con el “rabillo” del ojo veías como el maestro o el oficial mojaba la brocha de pelo de tejón en aquel “cuenquecito” extraño plateado con la parte superior de goma roja unas veces y negra otras para después coger las preciosas navajas “barberas” dándoles paseos por el “suavizador” de metal con el mango de madera.

Lo mejor que tenían aquellas barberias, era el olorcito que echaban los jabones de afeitar metidos en sus cajitas amarillas y cuando por fin terminaban de afeitarte con un segundo repaso, cogian aquel pulverizador que era un tarro muy bonito del que salia una goma forrada de tela terminada en una “perilla” de goma que tras pulsarla te impregnaba de aquel perfume que aún no he olvidado.

En la mili me dieron una bolsita de plástico con todos los “arreos” de afeitar que he conservado utilizándolos durante muchos años hasta que me trajeron de Ceuta una “Chip” que era un inyector de cuchillas con un aparato especial que terminaron desapareciendo porque aquello no era rentable ya que duraban mucho y necesitaban pocos recambios( la fábrica seguro que se arruinó).

Ahora va uno a los supermercados y cada dia encuentras algo distinto que a veces compras por rutina y te das cuenta que te han “timao” porque cuando vuelves para comprar los recambios del sofisticado artilugio, resulta que han sacado otro nuevo y el anterior no sirve ya para nada.

Lo cierto es que aquello que comenzó por una necesidad perentoria para agradar al género femenino, se convirtió en un quehacer diario que nos abandonará con la vida misma el último dia de nuestra existencia.

Un abrazo.

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