lunes, marzo 24, 2008

UN ESPACIO PARA RECORDAR




La Luna y el Toro, es una canción que la han versionado infinidad de artistas desde hace mucho tiempo y por citar podemos nombrar a “Los Centellas” y últimamente está tratando de sacarle partido en las Galas de Se Llama Copla la cantante malagueña Maria Lozano.

Esta mañana he oido en la radio una versión distinta que como me ha gustado ya la he bajado con el Emule , es precisamente de “Pepa Flores” y como sabeis que me gusta compartir, os dejo un poco de su biografia, ya que Marisol formó parte de nuestras vidas durante mucho tiempo y lo mismo que disfrutamos con sus ingénuas películas, también lo pasamos mal cuando se hizo mayor y, sufrió las consecuencias de haber sido una niña prodigio como sucedió con Joselito el de la voz de oro.



UNA ESTRELLA PRECOZ Josefa Flores González, más conocida por el sobrenombre de Marisol, nació en Málaga el 4 de noviembre de 1948. Su enorme afición por el cante y el baile flamenco desde muy niña la llevan a adquirir una sólida formación en esos campos, integrándose en los Coros y Danzas de su ciudad natal. En una actuación televisada de dicha formación, en la Feria del Campo que se celebra en la capital de España en 1959, la jovencísima bailarina llama la atención de Manuel Goyanes, quien le ofrece su primera oportunidad cinematográfica. Será Un rayo de luz, dirigida por Luis Lucia, que moldeará su estrellato infantil y con quien rodará su trilogía inicial, que incluye Ha llegado un ángel y Tómbola. La colaboración de la pequeña estrella y su Pygmalión se completará, aún dentro de la década de los sesenta, con otras dos cintas más. Palacios, dos veces, y Sherman, Fenollar y Ferrer, son los otros realizadores que la dirigen a lo largo de esa década, la que más apariciones cinematográficas registra de la niña, que ya empieza a convertirse en mujer. DE MARISOL A PEPA FLORES La biología acaba por imponer su ley en los setenta, y los papeles de niña alocada ya no cuadran para la bella mujer en la que la joven actriz se ha convertido. Así mientras su último año de trabajo de la de la década anterior (1969) llega a rodar hasta tres películas, en los dos siguientes no hace ninguna. Sus nuevos roles adultos en cintas como La corrupción de Chris Miller (Juan Antonio Bardem, 1972) o La chica del Molino Rojo (Eugenio Martín, 1973), ni tampoco una incipiente carrera teatral, que ensaya de forma alternativa, acaban de dar frutos, lo que la hará comenzar a distanciarse de la interpretación, rodando sólo dos películas más en esa década, pese a obtener en una de ellas, Los días del pasado (Mario Camus, 1976), el premio Mejor Actriz del Festival de Karlovy Vary. Aún rueda en los ochenta tres películas más, dos de ellas con Carlos Saura: Bodas de sangre (1981) y Carmen (1983), y Caso cerrado (Juan Caño, 1985), que significará su definitivo adiós a la gran pantalla, ya como Pepa Flores.En aquellas fechas interpreta, sin embargo, para una serie de TVE a la heroína constitucionalista Mariana Pineda, probablemente uno de los papeles en que se ha sentido más a gusto por razones ideológicas. Ha rechazado desde mediados los ochenta, todas las ofertas audiovisuales, e incluso musicales, campo que no cultiva desde su Pepa Flores, disco producido, hace diecisiete años, por Luis Eduardo Aute, exceptuando una pequeña colaboración, con su amiga la cantautora Aurora Guirado. En la planta veinte del edificio que habita en su Málaga natal, que pocas veces abandona, se halla actualmente apartada de toda actividad pública y dedicada a sus dos hijas y su marido, no saliendo de este voluntario enclaustramiento ni siquiera para asistir a los estrenos de su hija, la joven actriz María Esteve.

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