Desde Torreguadiaro hemos ido hoy en nuestro coche al Hospital Punta Europa de Algeciras para visitar a una tía de mi mujer que se encuentra allí hospitalizada.
El trayecto de atravesar la ciudad, lo hemos hecho por el asfalto portuario, es decir, entrando por el túnel de acceso norte, puente de Juan Carlos I, Muelle Galera, Muelle isla Verde, Rotonda Escopeteros, Campo de Golf y derivación derecha hacia El Punta Europa.
Por esa zona del puerto algecireño, es casi imposible de pasear a ciertas horas del día por el tráfico tan continuado de vehículos y camiones, resultando muy peligroso por los escasos espacios disponibles para los peatones pero… como yo si puedo ir en el coche pensando en todo lo que se me “posa” en el “coco”, hoy no he podido parar la máquina pensante y al pasar por la zona de la Maerks,El Puesto de Inspección Fronteriza y lo que queda de La Lonja Pesquera, he recordado que por donde voy conduciendo mi coche, solían caer los anzuelos y el plomo que con fuerza lanzaba con mi caña de pescar desde la puerta de la fábrica de hielo y es aquí precisamente de donde yo sacaba aquellos besuguitos y jurelitos que después nos comíamos frititos en mi casa o en la de cualquier amigo de pandilla.Todo el puerto de nuestra Ciudad adoptiva es “relleno” robado al mar poco a poco, día tras día, para convertirlo en una masa de asfalto por donde atravesamos a gran velocidad sin pararnos a pensar en lo bello que pudo ser esto en otro tiempo cuya hermosa vista hemos cambiado por una propiedad robada sin escrúpulos al mar y convertida en atracaderos de buques y aparcamientos de vehiculos y contenedores.
Ya no se ven esos barquitos de pesca apretujados unos con otros, ni esos marineros sentados reparando sus redes, ni se huele aquel olor a mar tan penetrante que entraba por nuestras venas y nos hacía sentirnos como parte de las olas que se oían a lo lejos, pero… es que tampoco se ven aquellas espuertas llenas de pescado fresco y a los pescadores con sus caras curtidas pregonando…”ranchitos de trasmallo” de Getares y del Rinconcillo.
Tampoco están los bares del Maritimo con sus sillas desperdigadas por la acera y aquellas marquesinas de tela que protegian las sillas de tijera y las mesas de mármol e hierro sobre las que estaban aquellas “barquillas” repletas de ensaladilla rusa y pescaitos fritos. No veo por ningún sitio a aquel hombre delgado que con su canasto bajo el brazo vendia las centollas, cigalas y gambas. Ni a los que vendian los “cartuchitos” llenos de bulgaos , cangrejos, nécoras y camarones ó a aquel otro que con la gorra y delantal blanco detrás del carrillo, vendia los pulpos asados con limón que tan buenos estaban y tanto “olorcito” transmitia a los transeúntes. Esos limpiabotas ofreciendo sus servicios y dando paseos por la acera constantemente junto al que pregonaba las resvitas y periódicos por la calle y se subía a los autobuses de las barriadas intentando vender su mercancía al mismo tiempo que los de los cupones de los ciegos ¡ iguales para hoy!.
Algeciras tenía olor a mar y muchas veces se impregnaba también del característico olor a corcho quemado de aquellas numerosas fábricas que había cerca de la Estación del ferrocarril ( Corchera Española, Reliables, Corchos Extremeños y algunas más) o del fuerte aroma de las fábricas de conservas de pescado como Garabilla, Gándara, etc.
De la otra parte del muelle Isla verde, recuerdo la bonita Playa del Chorruelo porque era paso obligado para ir desde casa de mis tios que vivían en El Saladillo hasta el Instituto donde me examinaba todos los años durante varios días en Junio y Septiembre, este camino solía hacerlo sólo abstraido en mis pensamientos juveniles pero alguna que otra vez lo hice con mi compañera de estudios y amiga María porque sus tios también vivían en la misma calle del Saladillo que los mios y me acuerdo perfectamente de lo pesimistas que eramos los dos, repitiendo constantemente que nos iban a suspender y después siempre nos habian aprobado como sucedió en la Reválida de 4º.
Como expliqué al principio ya no se puede pasear con tranquilidad por esas zonas y quizás sea ese el precio que estamos pagando por tener una mejor calidad de vida en otros sentidos sin pensar realmente en lo que ya no tenemos ni tendremos jamás.
Un abrazo.
2 comentarios:
Currini: Entre todas las cosas que recuerdas en tu reflexión, haces mención a los limpiabotas de la acera de la marina.
Cuando ibamos a Cádiz a examinarnos un compañero de estudios, ya desaparecido, solía requerir sus servicios en un local que había en la Calle Ancha de la capital.
Desde aquella época recuerdo que pensé que era una profesión humillante para el ser humano, entre otras muchas, e igualmente estuve seguro que nunca pondría a un hombre a mis pies.
Saludos.
Pues todavia queda un limpiabotas en la calle Ancha.Y de los que comenta currini que vendian bulgaos, camarones,cañaillas esos ya no se ven, ahora los que se ven son los que venden las peliculas piratas, cd de musica pirata, gafas y todo tipo de ropas falsificadas sin que las autoridades hagan nada.SALUDOs. Uno de /SAN PABLO/
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