domingo, agosto 09, 2009

PASEO MAÑANERO POR TORREGUADIARO. CURRINI

Todos los días salgo a pasear por las mañanitas temprano y por las tardes, pero hoy me he llevado la cámara conmigo y lo he hecho por la playa, junto al mar, ese mar que nos alivia del intenso calor veraniego y nos presenta una imagen que refresca nuestros ojos y mucho más nuestro espíritu.

Me encanta quitarme el calzado y sentir el agua fresca en mis pies , es una sensación que te hace despreocuparte de muchas cosas y convertirte en parte de ese mar que es auténtica vida ya que dicen que de él nacimos todos los que hacemos la historia del paso de los tiempos.

Me doy cuenta que no soy el único que comparte este placer de disfrutar de las olas sobre nuestra piel y me los encuentro en el caminar de muchas edades, unos corriendo, otros paseando sus mascotas y otros nadando entre las aguas sintiendo el frescor por completo en su ser. Me paro, contemplo la garza blanca que entre las piedras y las olas persigue a pececillos y cangrejos sin darse cuenta de mi presencia hasta que queda detrás con sus maniobras estratégicas de caza y captura.
Las gaviotas y los palomos están recibiendo los primeros rayos del sol sobre sus plumas húmedas del rocio de la noche y los que ya está ávidos de calor remontan el vuelo delante de los visitantes de la playa. Es hora de ponerse los zapatos y contemplar los enormes aparcamientos donde están esas Torres Vigias que en otro tiempo fueron centinelas para evitar las incursiones de piratas y malhechores que intentaban robar la tranquilidad de los criollos de la zona.
Inocence, la estatua que nos colocasen los políticos como símbolo de nuestro renacer a la vida procedente del mar, sigue inerte de expresión y sin mensajes que transmitirme porque está ahí sin consenso del pueblo que no la quiere.

Al regresar por el bulevar, desde arriba, mi cámara y yo, vemos como están apareciendo los primeros domingueros que se apresuran a instalar sus sombrillas y marcar sus dominios cerca de las barquillas marineras que están en la arena recalentadas al sol. Llegar a Punta Europa supone dejar el mar, la playa y el Bulevar para descansar en el hogar, dulce hogar que nos acoge y hace que la vida sea la misma de la jornada anterior para no cambiar.
Dedicado a Los Miercoleros con cariño.
Un abrazo.

1 comentario:

Francisco Gutiérrez dijo...

Magnificamente escrito, si señor.