viernes, julio 17, 2009

LOS SENDEROS DE MI INTERIOR.


Hacemos camino al andar por los senderos de nuestros montes, valles y rios, pero al mismo tiempo caminamos por el trazado de la vida que sin darnos cuenta se graba poco a poco en nuestro interior.

Las ramas del camino que otros mueven, nos golpean el rostro y nos hacen daño, un daño que en muchas ocasiones ya es irreparable por la cicatriz que queda permanente en nuestra imagen.

Las palabras, los gestos y las acciones de los demás son como esas ramas que en lo inmaterial nos dejan su marca permanente y en ese camino interior nuestro, huellas que muchas veces son imborrables.

En nuestra vida interior hay cicatrices leves porque quien te hirió tiene escaso valor para uno y eso hace que la herida sane pronto porque no les aprecias como para sufrir por ello.

En otras ocasiones de nuestro caminar interior, recibimos golpes provinentes de personas que son importantes en nuestra vida o al menos lo creemos así y esas heridas no se borran jamás.

Los sentimientos son parte de nuestra existencia y nuestra actitud ante las adversidades y forma de actuar de los demás. Nos hacen caminar por el sendero, pero detrás nuestra van quedando las huellas del andar que marcan la trayectoria que poco a poco hemos de continuar y nos dan trazas de una nueva forma de vivir.

Las amistades a veces son llamas efímeras que la combustión arrastra con rapidez y queda simplemente las cenizas como el recuerdo de lo que aquello fue en su momento.

Son tantos los senderos marcados en nuestra vida interior que a veces dudas de recorrer esos caminos de nuevo, porque con seguridad te llevan a sendas tenebrosas no saludables para el comportamiento normal y cotidiano.

Junto al camino, sentado en la piedra del pensamiento y bajo la sombra del árbol del destino, observas la obra infinita que la Naturaleza pone a tus pies y no sabes que al mismo tiempo eres la clave para que ese orden y esa belleza continue siempre igual.

El paralelismo continua y nuestro interior nació virgen como parte de esa Naturaleza creada y ese recorrer senderos lo va transformando para bien y para mal, sin que podamos hacer absolutamente nada.

Sobre las piedras del pensamiento, sientes, ves y palpas, ese mundo tan hermoso como el que se contempla en el exterior, con sus veredas tortuosas, sus recovecos y distorsiones. Las malas intenciones, las decidias y otras causas, son esas hierbas secas y podridas al lado de los surcos que nos marcan la vida que hemos heredado.

De vez en cuando es necesario reflexionar un poco, aunque sólo lo entendamos nosotros mismos.

Un abrazo.



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